Prefiero la herida a la indiferencia, porque en el dolor hay algo que aún respira. Prefiero la duda a la certeza, porque el que duda sigue buscando.
Hay días en que me miro al espejo y no soy nadie… y sin embargo, esa nada me habla más que mil rostros en la calle.
Pienso en el tiempo: ¿por qué se nos va como si huyera? ¿por qué nacimos sabiendo que un día no seremos ni recuerdo?
Siento lo invisible. Me estremezco por cosas que otros pisan sin mirar: un silencio, un adiós sin palabras, una mirada que esquiva.
Y me pregunto: ¿qué sentido tiene amar tanto, si todo lo que amamos se nos va? Pero justo cuando estoy por rendirme, una flor que nadie nota me susurra: "la belleza no necesita durar para existir."
Entonces escribo. No para entender, sino para sostenerme.
Y si mi alma sangra por cada pregunta, que sangre. Porque prefiero doler por sentir, que vivir como quien nunca vivió.