No lo sé. Y nadie lo sabe. Pero a veces… cuando me duermo cansado del mundo, siento que la muerte se parece a eso: a rendirse con dignidad. a soltar el cuerpo como quien suelta una mentira.
Pienso —en las madrugadas largas— si la conciencia sobrevive al polvo. Si lo que soy, lo que fui, y todo lo que callé… viaja a algún lugar donde no hacen falta palabras.
¿Será que el alma se levanta cuando el cuerpo se cae?
¿Será que despertar es morir a este sueño llamado vida?
Tal vez morir es volver a casa. Tal vez nacimos dormidos, y nos pasamos la existencia recordando algo que olvidamos al llegar.
Y si al final… todo esto —todo lo que siento— es solo un reflejo en un charco, una chispa breve en la oscuridad, una pregunta que nadie responde porque la respuesta no cabe en palabras.
Y sin embargo… hay algo en mí que no quiere desaparecer.
Algo que quiere mirar a los ojos al misterio, y decirle: aún sin entenderte, yo viví.