Y si no hubiera cometido ese error… ¿serías hoy el suspiro que me falta? ¿O solo un eco más en el abismo donde se pierden las almas que se buscan tarde?
A veces me pregunto si el tiempo es un verdugo o un maestro paciente. Si aquello que hice mal no fue un error, sino el precio de aprender a amar de verdad.
El corazón no entiende de lógica ni de relojes. Y yo, tan joven, quise entender el amor como quien resuelve un problema. Pero el amor… no se resuelve, se siente. Se cuida. Se escucha. Y yo fallé.
No por no amarte, sino por no saber cómo.
Y ahora, cuando la noche me abraza y el recuerdo de tu risa me parte el alma en dos, me repito en silencio: “Si no hubiera cometido ese error…” tal vez tu mano seguiría en la mía, y tu voz sería mi refugio, y no este eco lejano que me enseña a vivir sin vos.
Pero hay errores que no matan. Te transforman. Y en mi cicatriz llevo tu nombre, no como culpa… sino como lección.
Consejo: Y si algo puedo decirte hoy, desde lo más hondo: no cometas ese error… porque podrías terminar viviendo algo que ni siquiera te gusta, solo por no haberlo pensado a tiempo.