Ni siquiera la leíste, ¿verdad? No leíste a mi corazón escrito, y yo aquí sólo y doliéndome en todo este tiempo muerto transcurrido. Muerto será para ti. En mí llevo aún el cuerpo moribundo… Que muera ya, undivé premita. No aguanto más este dolor de saber que vives. Ojalá murieses para que llegues a entender todo el amor que siento. Y dolor, dios mío, que no falte dolor en tu muerte, que sientas mi amor romperte y quebrarte, mi castigo eterno por ti creado, y por ti, abandonado. Si tan sólo la hubieses leído, habrías venido por siempre a mí. Yo no estaría doliéndome, ya no estaría sólo. Yo ya no sería yo. Siempre por ti destruido.