Te esperé con ansias, mi amor sin medida, pero el café se enfrió y comprendí tu despedida.
En cada taza vacía contemplo el final, ya no hay razones para seguir en este portal.
El aroma de tu ausencia suavemente flota en el viento, y en mi corazón quedan huellas de un nuevo tormento.
La llama de nuestro amor se apagó lentamente, dejando un abismo en mi alma para siempre.
Los recuerdos se disipan con cada amanecer, y solo queda la calma de no entender.
El tiempo se detiene en este cuarto vacío, el café frío en la mesa, testigo de nuestro desvarío.
Mi vida se convierte en un eterno invierno, donde el amor y la esperanza se pierden en lo interno.
Pero tengo fe en tu regreso, y que me des un beso sincero. Hasta entonces, te esperaré en esta fría noche, con el eco de tu partida resonando como si fuera la primera noche.