El tiempo. Un maestro severo en la escuela de la vida. La vida, una bailarina loca que gira a nuestro alrededor.
El tiempo es bipolar. Feroz. Correr demasiado, agota el cuerpo. Ir muy despacio, aburre al alma. Pero ahora se acerca el cambio.
El sol entra por la ventana. Seca esas gotas de lluvia que en mi pasado de insomnios, me hicieron sentir un frío violento.
Visto mi piel con coraza de diamante. Nadie podrá herir mi corazón. Nadie llegará con dagas envenenadas, a lo más profundo de mi pecho.
Viene el cambio y lo espero ansioso. Me siento preparado para andar, sobre verdes veredas, y caminos de punzantes espinas. No estoy solo. Dios es mi faro.
Viene el cambio y lo recibo feliz. Ya no duelen las llagas en mi memoria.
Levanto la frente más que nunca. Mi pecho es un hormiguero, de sentimientos y fe de gigante.
El humo del incienso se ha disipado. Me siento un hombre nuevo, vestido con ropas de niño travieso. Ya no me envío cartas a mí mismo. El Karma cínico, me pide perdón. Cupido me abraza con hipocresía. Pero ahora sólo yo, lanzo las flechas.