En la locura del llanto encontré mi voz perdida, ahogándose en el quebranto que me procuró la vida. Un destello luminiscente abraza y quema mi alma, y no hallo ni por accidente momentos de paz o calma. En tus recuerdos lejanos me alojo con cobardía, siento un vacío en mis manos porque tú ya no eres mía.
Por más que me aferro al presente como un loco abnegado, tu mirada estará ausente porque sé quedó en el pasado; y si tus labios me condenan o nuestro silencio se permuta, intentaré romper la cadena que dentro de mi pecho se oculta, aunque me duela el corazón que se desangra por la lejanía, ya no me importará la pasión porque tú ya no eres mía.
Pondré en castigo a mi orgullo si mañana no puede olvidar, esos momentos en que fui tuyo a los que me toca renunciar, echaré tus recuerdos al fuego, para que ya nunca regrese ésta falta de sosiego que en mi pecho sólo crece, porque no logro encontrar calma esperando irónico el día en el cual te olvide mi alma porque tú ya no eres mía.
Erráticos han sido mis pasos desde aquella tortuosa mañana, en la cual llegó al ocaso aquella pasión lejana, esa que habíamos creado, pensando en un futuro, y aunque me duela el pasado porque el camino sea duro, le vendo los ojos a mi corazón para que no me sirva de guía, porque si regresa la pasión recordaré que ya no eres mía.