Es tan claro el deseo de conocimiento, que la mayor parte de la información que uno recibe de verdad tiene que desmenuzarla, clasificarla de la que te alimenta y la que te deja con hambre, de la que te cura y de la que te enferma, de la que te da dolor de cabeza y de la que no te provoca ni los gases, de la que tú sientas que es lo mejor para ti.