Gracias por tu mano y las líneas que dieron tus años Por la senda que zanjaron tus surcos festivos Por el sabor cristalino al decir tus palabras Por transformar la vida en un sueño de niños entre hombres templados con miedo y Por las implacables páginas de tu candor que revelan la estrella polar al marinero perdido.
Firmaste por todos los hombres esperando en la línea estrecha del pacífico, y orquestaste un concierto de ideas salvajes que conocieron el deseo del alma.