Me sorprendió tu llegada, no pensé verte por días. Nos saludamos, con abrazo y beso en la mejilla. Como los hace la gente de cariño. Con toda su atención. Tú te sentaste frente a mí. Más noté esa reciente desesperación de irte rápidamente. Pasaste por obligación. Sin fingir querer verme como ayer. La sonrisa se escondía de tu rostro. Tus ojos sin el brillo tú sabes me enloquece. El tono de tu voz entregaba la frialdad Y tu despedida confirmaba. Fue mucho peor a mi mente imaginara. Con dos manos estrechadas. La mía, obligada, sufriendo, dolor de amor; que no engendró tu rechazo. Ofreciste la tuya, a mi hablaba; Diciéndome, fuiste siempre nada.