Clavaste en mi piel ese puñal de Santo que cuando el invierno acaba vuelan altos todos los pájaros Haciéndose en el aire las velas de tu velero que lento y contra viento surca cada uno de los océanos Vi la luna a lo lejos y supe que la marea subía Mece la cuna en las hierbas y mi vientre besa porque con el aire que tu respiras los claveles rozan tu pelo Tumbada en el prado despiertas en mi todo dormido recuerdo. Clavaste tus dientes en mi alma cada vez que besas mis labios los gorriones vuelan altos volviendo de los lugares más fríos esta vez al paraíso.
Clavaste en mi las garras de la incertidumbre navegando por las estaciones, dando a luz ríos sureños que cuando el verano acaba mi pelo se torna hueso y plata Aún con ese desafío divino en el que se vierte la sangre en la copa y solo, de vino, tus labios mojas Si solo por la sal: flotas, tu piel blanca se torna Tumbada en mi cama el olivo por la ventana asoma en el cerezo ya no crecen sus frutos “más del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás” la serpiente escucha a escondidas yo tu Eva y tu mi Adan nacida de lodo, aliento y su costilla condenada a quererte toda una eternidad Porque con el aire que tu respiras vuelves a mi todos tus días.