La espina que se atraganta en la lengua es el pecado más cruel. Y las palabras anestesiadas se aíslan en el nido del vientre ilegítimo. Se apagó el sonido y no se pudo articular la luz.
Los recuerdos se guardan en la estación. La gente se va con la letra A en la mano, pero con el peso del abecedario en la espalda. Cuando la corte espera por el último juicio, el niño no habrá nacido. Le grita al sol por silencio, se ha confundido su luz.
Entonces matas la esencia y sin ella te desprendes del sabor.
Roja es la palabra final que se le roba a la noche, pero se queda en los húmedos labios ante el borde del abismo.