¿Eres tú, tristeza, vieja amiga? Hoy es un día de aquellos, y yo ya no estoy aquí, me hundí ante el vértigo y me entrego a la oscuridad, pero me parece ver tus ojos de invierno: soledad poblada.
Exilio, mejor amigo, abrázame, es un desierto íntimo y el tiempo se resiste a torcer. Se queda conmigo el canto desgarrador de la estepa y se desliza desde la ***** de mis dedos los vestigios de mi ser. Serán enterrados ante este teatro, del cual mis ojos nunca se acomodaron: la vieja trama amarrada al resultado desaparecido. ¿Himno de victoria? Te equivocas.
Hoy me llevó lejos esta fotografía enmohecida que soy frente al espejo, pendiente de un solo clavo, algo chueca, hacia la izquierda. Nunca podrá adaptarse -menos mimetizarse- con la pared.