Somos pequeños, los hombres, en esta tierra de dioses. Aquí dónde la roca acaricia el cielo, y lloran a ríos, los valles. Aquí dónde vientos al galope se abren paso, y pinta de dorado, el sol, los prados.
Somos pequeños, los hombres, entre semejantes gigantes de piedra. Aquí dónde lo salvaje se torna bello, y pierde su rumbo, el tiempo. Aquí dónde el barullo mundano se desvanece, y aviva los sueños, la luna celeste.