¿Para qué habría de recordar mi nombre? Ese no es mi destino, soy un tren que va al Olvido.
Eterno es el himno nocturno que cubre y adormece a tres cuartos de luna. Entre sus sombras cruje suave muerte tiñéndose en cortinas desgarradas y ventanas oscurecidas.
Estacionarios los recuerdos, comen la zozobra de antepasados capturados en una sesgada fotografía.
Abro los ojos y es el tedio, circulando en cada muro su rostro palidecido.
Mierda -moscas y sal-. Ausencia en mi mesa. Ausencia en mi cuerpo.
Otra vez mataron a alguien en la puerta de su casa. A mi me tocó hace varios días.