Nunca he estado enamorada, excepto por esas ocasiones en las que mi corazón fue tocado por los rayos que se alzaban entre las montañas y difuminaban el oro sobre el cielo que me cubría.
Y me preguntaba ahí sentada, bajo tu excelencia... cómo algún día podría alcanzarte y recostarme a tu lado. Quizá en forma de estrella, quizá en forma de luz o capaz como el color dorado.
Son largas las horas en las que navegaba mirando la gloria que desatabas, cuando me sentía tan diminuta en tu regazo.
Mas una nostalgia surgía de mí, de querer ser difuminada bajo tus brazas Para volver nuevamente algún día a ti, porque una vez lo fuimos así, que aunque siéndolo de alguna forma todavía, queda la distancia que nos separa.
Sin embargo a ti siempre estaré atada, incluso en las noches cuando tu luz se ve reflejada en el claro de luna. Te dejan respirar y yo te veo.
Pero en aquellas noches de ausencia, cuando en tu lecho me alberga el miedo de no volvernos a encontrar en el cielo, en lo profundo de mi corazón te retengo, y sin poder verte, sé que somos infinitos, tras el interlunio cuando renaces de nuevo.