Una sutil presencia austera, que aunque ajena, presente. En una forma extraña de nostalgia, como un desconocido aparcado en mi puerta, mudo en una noche desierta.
Un piano en el vacío, de una ciudad que duerme eternamente, pero una voz de quien ignoro la procedencia insólita, que se apiña en un rincón y no desaparece.
¿Quién? Eran garras de cuervo.
Una nostálgica, la cual no entiendo su procedencia u origen. Una sensación de ausencia de algo que debería estar pero falta, como si hubiera perdido algo en un pasado remoto o como si extrañara algo que ya no existe en este mundo. Aparece de una forma tan ajena pero mía.