Como esclavo del miedo hay un muro que te aprisiona ocultas lo que llevas dentro pero la mirada no esconde a la persona.
No trates de mentir ni calles con la boca cuando eres un popurrí de miedos que amontonas.
La guerra por la vida el cuartel de tu persona reluce a flor de piel la verdad que tú evocas.
Coleccionas el dolor y te enjaulas en alerta sumergido en la inquietud de una estancia sin puertas.
Te vuelves víctima continua de la suspicacia en estado de emergencia ansioso de salir, arrastrando las cadenas.
Cargando el peso del pasado un hombre recluso y desdichado. Se somete ante la sociedad, cautivo de su propia identidad. Y así vive este eternamente, en la cárcel que es su mente.
Cuando te identificas con tus vivencias, se pueden generar miedos y traumas, que pueden llevar a la persona al exilio de su verdadera esencia. Crea una coraza como instinto de protección, cuando en realidad se priva de la felicidad y se vuelve prisionero de sus miedos.