A veces, a veces, siento que algo ***** y viscoso me sale por los ojos y por la frente. Y entonces el mundo se vuelve gris e inútil y la luz del sol no podría ser más molesta.
No sé como llamarlo.
“El tedio de la vida diaria”
“Rencor hacia los lugares comunes”
“La vulgaridad de la existencia”
Cuando sucede, podría yo, quemar la ciudad entera. ¿Qué cosa más deliciosa bajo el cielo que una ciudad en llamas, qué la histeria, qué el calor que deshace la carne?
Podría yo, mezclar todos los venenos del mundo y beberlos o
robar un autobús y viajar hasta Alaska
para tomar agua de un río muy frío
para sumergirme en un río muy muy frío
para desintegrarme en un río terriblemente frío.
Podría hacer yo tal cantidad de cosas.
Pero ese ente oscuro me clava en la tierra. Y me susurra en el oído: Así será por siempre.
Y así será por siempre.
Y esa verdad, terrible y más certera que nunca, me obliga, me obliga a prenderle fuego al mundo. Tu mundo. A cualquier mundo.