Quiero saber qué tan inmenso es el cielo, caer dormida en la hierba primaveral, colgarme al cuello un prisma.
Sentir tanto el calor del sol como el deshielo y llenarme de la vida de tu aliento. Fingir amar a contraluz, fatigarme en exceso.
Lejos, en una distancia insondable, yace mi corazón indulgente, y espero, con la luna llena sabiendo mis anhelos, el día en que inerte desespere a tu regreso.
Dulce agónico pensamiento, último, vives en mi mente sin reproche.