He ahorrado amistades para los tiempos negros. Las querencias las he acumulado para los momentos del odio. También los buenos recuerdos los cargo en el bolsillo para épocas de olvido y agobio. Sin embargo...a veces ni las amistades, ni las querencias, ni los recuerdos son suficientes para apartar la pálida tristeza que llega y me habita, rígida como el mármol, aletargadora, mientras del brazo de las nubes pasean los pájaros en la tarde sin horas.