Vamos a gozar el sol distribuyendo sus rayos como los abrazos tiernos de la amada que hacen olvidar penas o pesares de la jornada. Disfrutemos el verano lo mismo que gozamos el inverno cuando las gotas de la lluvia ayudan a crecer los barbechos. No nos quejemos de la pobreza cuando creamos que ella consiste en a falta de dinero. Condolámonos más bien de la miseria cuando está en la falta de valor en el alma para enfrentar cada día penosas tareas. Corramos más bien a disfrutar del nacimiento y renovación de la mañana cuando se llena de colores el alba, no sea que nos suceda como a aquel que sólo desea atesorar riqueza: pierde el gusto por lo elemental, pues tiene la creencia en que todo se consigue con algo de metal; se le olvida que lo esencial es tener un poco de pan en la mesa y, al menos, el agua viva del fresco manantial. Vamos a gozar el sol o el invierno sin imprecaciones para el uno o el otro porque ellos siempre igual llegan para pobres o poderosos. (Jorge Gómez A. Julio de 1994)