En la distancia pides concilio, mientras frío me encuentro pensándote. En tus ojos tan negros, repletos del vacío, y en las lágrimas incautas, pidiendo perdón, sin siquiera sentirlo, porque caen sobre mí, dulce y cándida tendida sobre la cama, caen, de forma vertiginosa, sobre las llamas del amanecer malva. Se prende en fuego, el dolor; sobre nuestros ojos. Se prende en fuego, el amor; sobre nuestra nada. Poco a poco me convierto en una máscara de circo, llena de colores, con un cuerno sobre mi frente que empuja toda mis entrañas, un monstruo, un adefesio; la abominación de mis pensamientos. En la distancia, me ruegas el concilio, mientras frío, repleto de marcas, me encuentro pensándote.
En las dunas de un arenal basto, en las tierras de yare, donde soy un diablo.