Lo quiero por que entiende sin explicarle. Es como si con sólo habitar cerca de mí supiese que cosa decir y que cosa no. En cada momento. No importa la situación. Y eso es algo que siempre he querido aprender de él: a apreciar, entender, gozar el silencio. Aunque me inunde en el cada ves que la cago.
Y la cago varias veces al año.
Entiende sin explicarle y no pretende que lo haga. Solo esta ahí, presente. Presente en algún sentido de la palabra, claro está. Pensando en Dios sabe qué, o en Dios mismo. Nunca lo podré saber. Y esta bien. Por que para poder aprender a entender, tengo que aceptarlo todo. Incluso a él y sus silencios prolongados.