Te dejo en el viernes, donde descubrí el temeroso final de lo que pudo ser.
¡Te dejo en la desierta y frívola noche del viernes; que lloraba ansiosa por el aterrante amanecer que daría luz a la osadía de soñar robarte un beso sin poder!
Te dejo allí, entre la cambiante naturaleza de colores que va oscureciendo entre nosotros.
En ese viernes, en esa verdad, en mi derrota.
Te dejo en tu triunfante mirada al saber que truncaste mis miedos y luego decir….¡lo siento! sin decirlo.
Te dejo en el viernes, en la última semana de mi otoño....... ¡ya le abrí la puerta al invierno!