¿Qué del paisaje de marfil me queda éstos de soledad, días transidos? El movedizo juego de tus pechos, balanceo de rosas, de palomas, menos aún, dos grandes gotas de agua rodando en el espacio vacilantes. Así van, así van de un lado a otro, gotas doradas, pompas de ti misma, hasta que al fin, horizontal, se aquietan, apaciguados, graves, circulares, apenas temblorosos en la noche.