Yo no sabía que el azul mañana es vago espectro del brumoso ayer; que agitado por soplos de centurias el corazón anhela arder, arder. Siento su influjo y su latencia, y cuándo quiere sus luminarias entender.
Pero la vida está llamando, y ya no es hora de aprender.
Yo sabía que tu sol, ternura, da al cielo de los niños rosicler, y que, bajo el laurel, el héroe rudo algo de niño tiene que tener. ¡Oh, quién pudiera de niñez temblando, a un alba de inocencia renacer!
Pero la vida está pasando y ya no es hora de aprender.
Yo sabía que la paz profunda del afecto, los lirios del placer, la magnolia de luz de la energía, lleva en su blando seno la mujer. Mi sien rendida en este seno blando, un hombre de verdad quisiera ser…
Pero la vida está acabando, y ya no es hora de aprender.