Al pedir el boleto hay que impostar la voz. ¡ISOLA BELLA! ¡ISOLA BELLA! Isola Bella, tiene justo el grandor que queda bien, en la tela que pintan las inglesas. Isola Bella, con su palacio y hasta con el lema del escudo de sus puertas de pórfido: HUMILITAS
¡Salones! Salones de artesonados tormentosos donde cuatrocientas cariátides se hacen cortes de manga entre una bandada de angelitos. HUMILITAS
Alcobas con lechos de topacio que exigen que quien se acueste en ellos se ponga por lo menos una aigrette de ave de paraíso en el trasero. HUMILITAS
Jardines que se derraman en el lago en una cascada de terrazas, y donde los pavos reales abren sus blancas sombrillas de encaje, para taparse el sol o barren, con sus escobas incrustadas de zafiros y de rubíes, los caminos ensangrentados de amapolas. HUMILITAS
Jardines donde los guardianes lustran las hojas de los árboles para que al pasar, nos arreglemos la corbata, y que ante la desnudez de las Venus que pueblan los boscajes nos brindan una rama de alcanfor... ¡ISOLA BELLA!... Isola Bella, sin duda, es el paisaje que queda bien, en la tela que pintan las inglesas. Isola Bella, con su palacio y hasta con el lema del escudo de sus puertas de pórfido: