La noche, navegando como ayer, como siempre, por aguas de silencio, de calma, de misterio. Y el campo, las ciudades, los árboles, lo inmóvil, rodando por el aire, como ayer, como siempre, a miles de kilómetros, hacia el sol, hacia el día, para seguir de nuevo, sin descanso, sin tregua, el mismo derrotero de oscuridad, de estrellas.