A puro sol escribo, a plena calle, a pleno mar, en donde puedo canto, sólo la noche errante me detiene pero en su interrupción recojo espacio, recojo sombra para mucho tiempo.
El trigo ***** de la noche crece mientras mis ojos miden la pradera y así de sol a sol hago la llaves: busco en la oscuridad las cerraduras y voy abriendo al mar las puertas rotas hasta llenar armarios con espuma.
Y no me canso de ir y de volver, no me para la muerte con su piedra, no me canso de ser y de no ser.
A veces me pregunto si de dónde, si de padre o de madre o cordillera heredé los deberes minerales,
los hilos de un océano encendido y sé que sigo y sigo porque sigo y canto porque canto y porque canto.
No tiene explicación lo que acontece cuando cierro los ojos y circulo como entre dos canales submarinos, uno a morir me lleva en su ramaje y el otro canta para que yo cante.
Así pues de no ser estoy compuesto y como el mar asalta el arrecife con cápsulas saladas de blancura y retrata la piedra con la ola, así lo que en la muerte me rodea abre en mí la ventana de la vida y en pleno paroxismo estoy durmiendo. A plena luz camino por la sombra.