Aquí está el pan, el vino, la mesa, la morada: el menester del hombre, la mujer y la vida: a este sitio corría la paz vertiginosa, por esta luz ardió la común quemadura.
Honor a tus dos manos que vuelan preparando los blancos resultados del canto y la cocina, salve! la integridad de tus pies corredores, viva! la bailarina que baila con la escoba.
Aquellos bruscos ríos con aguas y amenazas, aquel atormentado pabellón de la espuma, aquellos incendiaron panales y arrecifes
son hoy este reposo de tu sangre en la mía, este cauce estrellado y azul como la noche, esta simplicidad sin fin de la ternura.