Crecí empapado en aguas naturales como el molusco en fósforo marino: en mí repercutía la sala rota y mi propio esqueleto construía. Como explicar, casi sin movimiento de la respiración azul y amarga, una a una las olas repitieron lo que yo presentía y palpitaba hasta que sal y zumo me formaron: el desdén y el deseo de una ola, el ritmo verde que en lo más oculto levantó un edificio transparente, aquel secreto se mantuvo y luego sentí que yo latía como aquello: que mi canto crecía con el agua.