Cuando no puedo mirar tu cara miro tus pies. Tus pies de hueso arqueado, tus pequeños pies duros.
Yo sé que te sostienen, y que tu dulce peso sobre ellos se levanta.
Tu cintura y tus pechos, la duplicada púrpura de tus pezones, la caja de tus ojos que recién han volado, tu ancha boca de fruta, tu cabellera roja, pequeña torre mía.
Pero no amo tus pies sino porque anduvieron sobre la tierra y sobre el viento y sobre el agua, hasta que me encontraron.