Hostiles cordilleras, cielo duro, extranjeros, ésta es, ésta es mi patria, aquí nací y aquí viven mis sueños.
El barco se desliza por el azul, por todos los azules, la costa es la más larga línea de soledad del universo, pasan y pasan las arenas blancas, suben y bajan los montes desnudos, y corre junto al mar la tierra sola, dormida o muerta en paz ferruginosa.
Cuando cayeron las vegetaciones y el dulce verde abandonó estas tierras el sol las calcinó desde su altura, la sal las abrasó desde sus piedras.
Desde entonces se desenterraron las antiguas estrellas minerales: allí yacen los huesos de la tierra, compacto como piedra es el silencio.
Perdonad, extranjeros, perdonad la medida desolada de nuestra soledad, y lo que damos en la lejanía.
Sin embargo, aquí están las raíces de mi sueño, ésta es la dura luz que amamos, y de algún modo, con distante orgullo, como en los minerales de la noche, vive el honor en esta larga arena.