No tengo nunca más, no tengo siempre. En la arena la victoria dejó sus pies perdidos. Soy un pobre hombre dispuesto a amar a sus semejantes. No sé quién eres. Te amo. No doy, no vendo espinas.
Alguien sabrá tal vez que no tejí coronas sangrientas, que combatí la burla, y que en verdad llené la pleamar de mi alma. Yo pagué la vileza con palomas.
Yo no tengo jamás porque distinto fui, soy, seré. Y en nombre de mi cambiante amor proclamo la pureza.
La muerte es sólo piedra del olvido. Te amo, beso en tu boca la alegría. Traigamos leña. Haremos fuego en la montaña.