Tu risa pertenece a un árbol entreabierto por un rayo, por un relámpago plateado que desde el cielo cae quebrándose en la copa, partiendo en dos el árbol con una sola espada.
Sólo en las tierras altas del follaje con nieve nace una risa como la tuya, bienamante, es la risa del aire desatado en la altura, costumbres de araucaria, bienamada.
Cordillerana mía, chillaneja evidente, corta con los cuchillos de tu risa la sombra, la noche, la mañana, la miel del mediodía,
y que salten al cielo las aves del follaje cuando como una luz derrochadora rompe tu risa el árbol de la vida.