A veces me pregunto dónde estarás ahora, después de tantas noches sin tu mano en la mía, noches de abrir un libro para esperar la aurora, noches de largo viento por la calle vacía.
A veces me pregunto si hay alguien que te espera, alguien que no conoces, que pasa y te saluda y, como siempre vistes de ***** en primavera, no sé si tus vecinas pensarán que eres viuda.
A veces me imagino como serán las cosas que te son familiares: tu jardín, tu ventana, el búcaro en la mesa para poner las rosas y un desayuno sin mí cada mañana.
O me quedo pensando qué sentirás tan lejos, en las tardes heladas, al quitarte el abrigo; y cuando vas de compras sin mirar los espejos para que no te digan que ya no voy contigo.
Y también me pregunto si alguna madrugada prefieres no dormirte para soñar despierta, o cómo se entristece de lluvia tu mirada cuando pasa el cartero sin tocar en tu puerta.
Pero no me pregunto si olvidarás mi nombre, ni lo que tú me diste, ni lo que yo te di, pues si te ven un día del brazo de otro hombre tendrá que ser un hombre que se parece a mí…