¡Ah, qué triste, querida, esta antigua nostalgia que siempre sabe a nueva; esta paz de vaso vacío, este dolor de gota lenta.
Aquel dulce sendero florecido de entonces es hoy una sinuosa cicatriz de la tierra; las semillas que., al verte, se les caían a los pájaros, son hoy lúgubres árboles de ausencia; y el mar subió, una tarde turbia, y se llevó el anillo que perdiste en la yerba