Aquí estás en la sombra, con tu mano en la mía, respirando en un tiempo sin antes ni después.
Ya ves que, aunque te fuiste, no te vas todavía, y estas aquí, conmigo no importa donde estés.
Desnuda en esta sombra te palpará mi mano, lenta mano de ciego que acaricia una flor, y sabré de repente donde empieza el verano, yo, que solo he sabido donde acaba el amor.
Aquí estas en la sombra, conmigo todavía, compartiendo este lecho calidamente aquí, Detenida en la noche, y donde nunca es de día, detenida en la noche y amaneciendo en mí.
Y ahora soy como el surco donde madura el trigo, como la flor que nace donde pisan tus pies, porque, aunque nunca vuelvas, siempre estarás conmigo, conmigo en esta sombra sin antes ni después.