Aquí, sin ti, ya sé lo que es la muerte, pero no te lo digo para no entristecerte.
Quiero que te sonrías para que siga habiendo claridad en los días.
Quiero que no se empañe tu mirada, pues, si no, no habrá estrellas, ni habrá luna, ni nada.
Y, sobre todo, lo que quiero y quiero es un año que tenga doce meses de enero. Aquí llueve y no importa, pues la lluvia es tan leve que al leer esta carta no sentirás que llueve.
Pero cierro los ojos y te recuerdo tanto que casi se diría que está lloviendo llanto.