Arquero de la noche, con un gesto arrogante, alcé el arco en la sombra y apunté a las estrellas. Arquero de la noche, mi pulso estaba firme, y en mi carcaj había solamente una flecha. Y vigorosamente lancé mi flecha al viento, y hubo un largo zumbido sobre la cuerda tensa. Lancé mi única flecha -la flecha de mi ensueño- y me crucé de brazos bajo la noche negra. El arco envejecido se me pudre en las manos, pero yo sigo -arquero de la noche- en mi espera. Lancé mí única flecha, y se perdió en la sombra. Y nunca he de saber si llegó a las estrellas.