Todo es igual y siempre: Yo, la noche, el olvido -acá abajo las rosas y allá arriba los astros.
Y el hombre y sus preguntas. Y nadie y su silencio. Y un gran montón de escombros floreciendo y girando.
Todo es igual: el río, las espigas, la nieve, las lágrimas, las fechas. Todo es igual y en vano. A veces, en otoño, la música del bosque nace en las hojas secas del compás de mi paso, y hay nubes parecidas a las cosas que pienso, y me duele en los hombros lo que quisiera un árbol; pero después no importa: lo que pasa o se queda, lo que sueño y olvido, todo es igual y en vano.
Libros de letras torpes, viejos pozos vacíos, turbio espejo en la sombra, negra espuma en el vaso; sello del rey asirio bajo costras de arena; mandolina del paje, talismán del templario; y nada más que el tiempo soplando su ceniza, y otra vez y cien veces, y todo igual y en vano. Y decimos: "ya es tarde". Y aún así pasa el viento.
Y el viento nada dice, pero sigue pasando. Y decimos: "no importa". Y al mirar hacia arriba recorremos a tientas los caminos de abajo. Y decimos entonces: "está bien". Y no importa, y es tarde y, como siempre, todo es igual y en vano.