En ti recuerdo una mujer lejana, lejana de mi amor y de mi vida. A la vez diferente y parecida como el atardecer y la mañana.
Y hay en tu parecido con la ausente tantas afinidades misteriosas, que me equivoco hablándote de cosas que son suyas y mías solamente.
Y te digo que es bella, porque es bella, aunque no sé decir, cuando lo digo, si pienso en ella porque estoy contigo o estoy contigo por pensar en ella.
Pero si la encontrara de repente, tan bella como ayer, o más acaso, le cedería cortésmente el paso, con una Cortesía indiferente;
sin mirarla más, pero tampoco sin separar tu mano de la mía, después que ella pasara, te diría: «Esa mujer se te parece un poco».