Gracias, amor, si hiciste que lloviera en el último instante de este día, pues, por ser una lluvia triste y fría, hubo un rayo de sol sobre una hoguera.
Gracias, amor, si tu designio era que lloviera del modo que llovía para ofrecerme en una flor tardía todo el perfume de la primavera.
Gracias, amor, si no la merecía, gracias, amor, aunque la mereciera; gracias también por la melancolía.
Que llueve dentro cuando escampa afuera, y haz que vuelva a llover de esa manera como llueve en mi alma todavía.