Derramarás tus lágrimas, desventurado amante, como un único dolor, y en la anchura del mundo siempre habrá, en ese instante, unos ojos más tristes y una pena mayor.
Abrirás la ventana cuando se enciende el día, feliz con tu destino, libre de todo mal, y en la anchura del mundo cualquiera encontraría otra ventana abierta y una alegría igual.
Maldecirás la noche viendo pasar el viento, o crisparas las manos sin saber contra quién, y en la anchura del mundo y en el mismo momento ha de haber alguien, siempre, descontento también.
Y un día, cuando escuches el llamado profundo, la señal para el viaje, la terrible señal, quién sabe cuántos hombres, en la anchura del mundo, te seguirán los pasos de la sombra final…