Fue mía una noche. Llegó de repente, y huyó como el viento, repentinamente.
Alumna curiosa que aprendió el placer, fue mía una noche. No la he vuelto a ver.
Fue la noche sola de una sola estrella. Si miro las nubes, después pienso en ella.
Mi amor no la busca; mi amor no la llama: La flor desprendida no vuelve a la rama,
y las ilusiones son como un espejo que cuando se empaña pierde su reflejo. Fue mía una noche, locamente mía: Me quema los labios su sed todavía.
Bella como pocas, nunca fue más bella que soñando el sueño de la noche aquella.
Su amor de una noche sigue siendo mío: La corriente pasa, pero queda el río;
y si ella es la estrella de una noche sola, yo he sido en su playa la primera ola. Amor de una noche que ignoró el hastío: Somos las distantes orillas de un río,
entre las que cruza la corriente clara, y el agua las une, pero las separa.
Amor de una noche: si vuelves un día, ya no he de sentirte tan loca y tan mía.
Más que la tortura de una herida abierta, mi amor ama el viento que cierra una puerta.
El amor florece tierra movediza, 1 y es ley de la llama trocarse en ceniza. 1
El amor que vuelve, siempre vuelve en vano, así como un ciego que extiende la mano.
Amor de una noche sin amanecer: ¡Acaso prefiero no volverte a ver!