Y vendrán nuevos hombres y poblarán la tierra. Ninguno de nosotros vivirá todavía. Ah, remota hecatombe de espanto y odio. Seremos los abuelos del hombre de ojos tristes.
Sólo verán las ruinas de las altas ciudades. Y ellos, los hombres nuevos se encogerán de hombros. Removerán las tumbas de la edad del olvido, y desdeñosamente mirarán nuestros huesos.
Y, sin embargo, entonces aún brillarán los astros. Y seguirán corriendo los ríos todavía. Y ellos, los nuevos hombres, inevitablemente, suspiran también por Eva.