El árbol seco crece todavía, porque su sombra tiene movimiento bajo la claridad del mediodía.
Y cuando al cabo lo derribe el viento, vencido por la edad y la tormenta, habrá en el llano un estremecimiento.
Sin el jugo vital que lo sustenta, cuando haya muerto en hoja, tronco y rama, estará vivo en la raíz sedienta.
Y aún será, en el despojo que se inflama, humo feliz que asciende al firmamento, calor de hoguera y resplandor de llama. Indiferente al leñador y al viento, el árbol seco crece todavía, porque su sombra tiene movimiento bajo la claridad del mediodía.