Este domingo triste pienso en ti dulcemente y mi vieja mentira de olvido, ya no miente.
La soledad, a veces, es peor castigo... Pero, ¡qué alegre todo, si estuvieras conmigo!
Entonces no querría mirar las nubes grises, formando extraños mapas de imposibles países; y el monótono ruido del agua no sería el motivo secreto de mi melancolía.
Este domingo triste nace de algo que es mío, que quizás es tu ausencia y quizás es mi hastío, mientras corren las aguas por la calle en declive y el corazón se muere de un ensueño que vive.
La tarde pide un poco de sol, como un mendigo, y acaso hubiera sol si estuvieras conmigo; y tendría la tarde, fragantemente muda, el ingenuo impudor de una niña desnuda.
Si estuvieras conmigo, amor que no volviste, ¡qué alegre me sería este domingo triste!