Inesperadamente tu amor llega a mi vida, mujer de besos hondos y plenitud creciente, como brota un retoño de una rama caída, como en un río seco renace la corriente.
Llegas como las nubes, inesperadamente; inesperadamente llegas como el verano, para dejarme el peso de una sombra en la frente y un dolor de raíces profundas en las manos.
Y es que tu boca alegre me inspira un beso triste, y en tus ojos cercanos veo un mirar ausente, porque sé que algún día, lo mismo que viniste, te me irás de los brazos, inesperadamente...